Vista de Los cardones de arriba desde el camino de ripio
Al día siguiente del fallido intento por llegar a Los Cardones de arriba, emprendimos nuevamente la caminata hasta allí. Era una jornada más cálida que la anterior, tal vez por ello el ascenso se tornó bastante agotador.
Es importante llevar siempre abrigo ya que, como expliqué en otro blog, suele soplar mucho viento y muy frío. También es imprescindible cargar agua (al menos un litro por persona en época estival) porque no es seguro beber del manantial que se encuentra en el lugar, además él pertenece a una propiedad privada.
La caminata consume, aproximadamente, dos horas y media entre ida y vuelta, yendo a paso tranquilo, pero no hay que olvidar la altitud en que se encuentra la zona (2700- 3000 msnm), por lo que es mejor "aclimatarse" un día o dos antes, en los 2000 msnm (altura de la localidad de Amaicha del Valle, que dista a unos kms. de ese punto de la ruta o en otra población de la zona).
Unos metros luego de haber partido, una linda mariposa se posó en una piedra bastante tiempo, lo que me permitió fotografiarla aunque no con sus alas extendidas.
Un poco agitados llegamos al lugar. En contraste con los arbustos bajos y la vegetación xerófila predominante, nos encontramos con un verde oasis originado por el trabajo de quienes lo habitan. Nuevamente, los chopos aparecían por doquier pero también uniformes alfombras de césped, como si nos hubiéramos trasladado a otro lugar geográfico.
Tanta vegetación se debe a manantiales de agua transparente que riegan el terreno, como el que muestro en la foto inferior y que se encontraba en una propiedad privada.
Arriba: vista de
un camino que conducía a otra propiedad privada, por lo que no pudimos seguir por él, llevados por la curiosidad que nos despertaba un sector de la montaña poblado por numerosos cardones, que se podrán observar en otra foto.
Pirca
Al fondo, sauces mimbres.
Rincón arbolado
Puerta de entrada a un predio, hecha con madera de cardón
Flores silvestres
Líquenes de extraño color sobre la roca.
Pirca con ramas espinosas encima para evitar el paso de animales y hombres. Suelen usarse de manera habitual y consisten en superponer las piedras sin talla alguna, como se las encuentra en la naturaleza. Cabe aclarar que la piedra abunda en la región.
Vista del lugar desde lejos, con un campo de cortaderas en flor (Cortadeira selloana). Los árboles coposos son sauces mimbre. Detrás de la pirca se insinúa el cardonal.
Pequeña flor silvestre.
Cortadera al viento.
Apenas media hora después de haber llegado comenzamos el descenso. No pudimos recorrer el lugar en su totalidad, entre otros motivos, porque las propiedades privadas nos cortaban el paso pero ello nos incentivó a desear con más ganas regresar a Los cardones de arriba otra vez.
La hora de la tarde comenzó a ser la ideal para tomar fotografías.
Los mismos burros salvajes que vimos al subir, nos esperaban a la orilla del camino, siempre expectantes y temerosos. El burro marrón era el líder del grupo y se hizo notar intentando ahuyentarnos con fuertes y roncos soplidos. Era un burro muy territorial.
Vista del Valle de Yocavil rodeado por cordones montañosos: el superior: Cumbres del Cajón o de Quilmes. A la izquierda: Sistema del Aconquija.
Lindo contraste entre los chopos y las cortaderas las que, casi como una ley, son agitadas por el viento.
Abajo: otras fotos tomadas en una tercera oportunidad (pero no pude avanzar más allá que la vez anterior).
Vista del Valle muy verde luego del lluvioso verano
Cecilia, perdida entre las pircas
Vista del lugar al atardecer. Se observan los caballos pastando en ese fértil piso de césped. Atrás, el cardonal.
Ésta es una de mis fotos favoritas, con los cardones que parecen estar despidiendo al sol que pronto se ocultará detrás del Aconquija.
Vista desde el camino hacia el Noroeste. La arboleda son Los Cardones de abajo. A la caminata hasta allí la relato en otro blog.
Casi anocheciendo llegamos a la ruta. Magníficos colores teñían las cumbres y el frío comenzaba a envolvernos sin piedad, pero valía la pena sentirlo ante increíble belleza.
Cumbres Calchaquíes al anochecer.
En esta tercera oportunidad, nos recibieron los cerros con estos colores. Lamentablemente no sabía usar mi cámara y sólo puede fotografiarlos de esta manera. Pero se los veía casi exactamente así. Unos matecitos fueron el broche de oro.
Fin